¿Quién les diría a Edwin Manuel Hennig y Liliana Lisbeth Medina que serían los escultores de una futura niña convertida en su más insigne obra, en su orgullo, en la mejor versión de sí mismos? Los trasnochos valieron la pena, tras 15 años de formarla al calor de un hogar íntegro, aquella hija de precoces talentos, sería la protagonista de su propio cuento de hadas contemporáneo y el argumento principal de una velada engalanada por la alegría de sus prioritarios amores, muchos de los cuales han estado a su lado para auparla, para aplaudirla en sus eventos más gratos, como las incontables veces que un escenario la ha visto desfilar interpretando su guitarra, sus canciones, sus personajes teatrales, sus performances de ballet, de danza árabe…
En efecto ha tenido una vida privilegiada. Ha viajado, ha aprendido sobre otras culturas, se ha fotografiado con artistas… Pero ahora era distinto. En este episodio, encarnaría su propia dicha, su más ferviente ilusión adolescente: celebrar junto a sus tesoros sentimentales su presentación formal a la sociedad, crear nuevos recuerdos para su colorido álbum personal y comprobar que la magia existe, un ingrediente que nunca falla si se cuenta con el apoyo y el amor de unos padres.
Stephanie de los Ángeles Hennig Medina, la niña de destrezas autodidactas, de excelencias innatas, de claro enfoque, de metas y valores definidos, de valiente franqueza, de brío multifacético, de comprobada pasión y persistente ánimo, brilló. Ese fulgor, como todo lo que le atañe, fue planificado…. desde el vestido, trazado por Alex Alí; la selección musical que amenizaría este capítulo estelar y los matices del maquillaje y estilismo logrados por Glamazon que exaltarían su lozano rostro… todo fue cuidadosamente evaluado y preparado con devoción.
Así llegó el esperado momento de su fiesta. Era 20 de marzo. Ahí estaba su expectación, lista como siempre para destacar. En el salón Salto Ángel del Club Ítalo Venezolano de Guayana la esperarían ansiosos 150 invitados que hicieron un alto en sus actividades para compartir junto a ella este motivo trascurrido en un sobrio y vanguardista concepto Black & White creado por Tour Eventos y Ángel Flores.
Esa atmósfera, recibiría a la homenajeada quien, prendada al brazo de su padre, su héroe personal, inauguró el festejo con la pieza “Tiempo de vals”, para luego continuar la estelar tradición con las figuras masculinas más allegadas a su corazón. Las gráficas, captadas por el experimentado lente regional al mando de Rafael Soto, inmortalizarían así las primeras panorámicas que tendrían como subsiguientes motivos, el brindis de rigor, además de una sorpresa: el show de la quinceañera, quien interpretando el tema “You oughta know” de Alanis Morissette captó la admiración del público.
Los vertiginosos beats de Dj Russo, el disfrute de la bulliciosa Hora Loca, además de un suculento abanico gastronómico y el arte repostero de Sugar Shop, fueron las “estaciones” inolvidables de un festejo que quedará grabado por siempre en el casete vivencial de la radiante Stephanie, sus padres, sus familiares y amigos, las joyas más preciadas del cofre donde deposita los primeros 15 años de una existencia que seguirá siendo trascendental.