A las mujeres nos encanta buscarle defectos a los hombres, sobre todo cuando sales a tomar cañas y sueltas la lengua, porque, sinceramente, hablar bien de un hombre cuando se está entre amigas no es ni la enésima parte de divertido que criticarlos, y con razón. Estas son las cinco cosas que las mujeres menos soportan de los varones y que ellos no deberían hacer si quieren comerse un rosco.
1. El yoísmo que da asquete
Muchos hombres pecan de narcisistas o hacen de agentes de ellos mismos, lo que es un craso error, ya que si vas a pasarte la cita contando lo maravilloso y estupendo que eres mejor te saldría más barato cenar con un espejo. “¿Por qué algunos tíos necesitan convencerme de sus virtudes cuando salgo con ellos? No lo entiendo. A ver, ya estoy contigo, ahora relájate”, explica Jessica a ‘Men’s Fitness’.
Si un varón quiere hacerle notar lo encantador que es lo mejor es no decirlo (a no ser que sea Hugh Grant y tenga gracia para el autobombo), sino mostrarlo con sus actos: no conviene olvidar que las palabras se las lleva el viento y ella huirá con viento fresco si percibe que él se pone más a sí mismo de lo que le excita ella. (Nota: Y no digamos de quienes hablan en tercera persona… ¿Quién te crees que eres, Julio César?).
Les pone de los nervios que hagan comentarios sobre lo que comen y los expertos en fitness que hablan sin parar les aburren muchísimo
2. ‘Reading is sexy’ (también para ellos)
“Si un hombre comete errores de ortografía o gramática cuando escribe un mensaje de texto no me molesto ni en quedar con él”, explica Melanie. Porque a las mujeres les gustan los hombres instruidos, que no es lo mismo que “pedantes”. No hace falta que en tu cita te dediques a hablar de las Guerras Púnicas, o que introduzcas cada dos frases coletillas como “valga el eufemismo…”, que resultan tan poco sexis como un “lo cual”. Basta con que cuide un poco el léxico de la misma forma que se preocupa de cortarse los pelos de la nariz o lavarse los dientes. Pero si un hombre no hace ni una cosa ni la otra y encima utiliza un «la dije», o ha jugado sus cartas muy bien para acabar citándose con ella, o tiene una novia imaginaria. Así que ya sabéis, los vagos y los lerdos no se comen ni un rosco, a menos, por supuesto, que la fémina que les quita el sueño sea todavía más zote que ellos.
3. ¿En serio tienes hambre?
Si hay algo que puede molestar a una mujer hasta límites peligrosos es que le hagan comentarios sobre lo mucho que come. “Odio cuando un chico me pregunta: ¿No estás hambrienta, verdad? Lo que insinúa es que sería enfermizo que lo estuviera… y tal vez lo estoy”, afirma Julia. Y aquí llega un tema importante, algo que tal vez no todos los hombres sepan: las mujeres tienen su propio traductor interno basado en escoger siempre justo lo contrario de lo que querías decir. De esta forma, un sencillo comentario sobre el buen apetito de tu pareja en un restaurante puede ser desencriptado de la siguiente manera: ¡Ah! ¿Me estás llamando gorda?
Aunque mucho peor lo hacen aquellos que durante una cita se dedican a dar consejos sobre alimentación, a no ser, por supuesto, que sean nutricionistas o entrenadores de fitness, en cuyo caso… ¡No seas chapas! Si un hombre pasa más de media cita hablando sobre la importancia de una dieta rica en proteínas, será mejor que invite a salir a un filete de atún a la plancha. “Lo que es realmente insoportable es cuando quedas con un loco del deporte que te juzga por comerte una galleta”, critica Alana.
4. Les da igual ocho que ochenta
Una cosa es ser un adicto al trabajo y pasar la vida enganchada al teléfono y otra no tener más ambición que ver el partido de turno en televisión y beber cervezas. A ellas les encantan los hombres entusiastas y con motivación. Como decían nuestras abuelas: que aspire a algo en la vida, más allá de dejar la huella de su trasero en el sofá.
Y esto vale para todo: “No soporto que sean vagos en la cama, y con su apariencia, y en sus vidas”, afirma Noelle. Otra chica, Mónica, añade: “lo peor es la falta de motivación en sus carreras y la desgana para aprender cosas nuevas”. Porque si un hombre es perezoso, lo es de modo generalizado y arrastra sus suspiros lacónicos el resto de su existencia (aunque ella, por suerte, ya no esté a su lado): “Odio, lo digo bien alto, odio a los hombres que dejan los platos en la pila y no ponen el lavavajillas. ¿Qué se creerán, que soy su criada?”, contesta rabiosa Alexa.
Los hombres que se comportan de forma diferente delante de sus amigos no gustan a las mujeres
Sin embargo, los peores son aquellos incapaces de tomar ninguna decisión: “Me repatea preguntarle a un hombre qué le apetece comer y que me diga que no le importa”, señala Emily. ¿Y realmente es así? Si eres de los que se encogen siempre de hombros, piensa que un día te pasará factura, y no vale aquello de reprochar cuando ella siempre decide por ti. Y eso extensivo incluso para el largo de corbata. Según Lindsay, “esos tíos que llevan una corbata tan corta que ni siquiera cubre los últimos botones de la camisa me provocan bastante rabia”. Lo sentimos, la teoría del pulgar no sirve para justificarlo.
5. Que necesiten aparentar
El síndrome ‘Grease’ o intoxicación por exceso de gomina. Es decir, chico que conoce a chica y parece ser tan dulce y atento… Y de repente, al encontrarse con sus amigos, se convierte en un capullo integral. A nadie le gusta la falsedad y un hombre que necesita ir de duro en sociedad es muy poco seguro de sí mismo y bastante pusilánime. Lo explican Sam y Jane, a quien le molesta sobre todo que le lancen piropos cutres como “monada” o «nena».
La lista de irritantes comportamientos de los hombres es interminable, pero al menos con estos cinco ya puedes intuir por qué no llegó esa segunda cita o tu novia estuvo de morros toda la tarde.