Todos tenemos distintas expectativas al estar en una relación, ya sea hacia la pareja o hacia la propia relación.
Poner demasiadas expectativas, o hacerlo de forma fantasiosa, conlleva un gran riesgo de desilusión y desencanto, además de otorgar mucho peso y responsabilidad por nuestro bienestar a algo o alguien, que no está listo o dispuesto a asumir esa carga.
¡Toma nota!
1. Evaluamos de manera consciente e inconsciente
Poner expectativas en la pareja o la relación no sólo involucra la evaluación de la satisfacción obtenida a través de ellos; de manera inconsciente, implica el análisis de su calidad, su valor para nosotros y si están a nuestra altura o la del compromiso.
2. Tienes expectativas muy altas
Este mismo año, en el Journal of Family Psychology se publicó un estudio realizado por el médico Sivan George-Levi y colaboradores, donde se midió la relación existente entre las expectativas depositadas y la satisfacción obtenida por adultos de alrededor de 50 años (que tenían en promedio 30 años en una relación) hacia su pareja y la propia relación.
Los resultados revelaron que aquellos que esperaban demasiado acerca de lo que su pareja o relación debería darles, se mostraban constantemente insatisfechos con la vida de pareja y calificaban como “decepcionantes” tanto a la relación como a su pareja, sin cuestionarse si sus expectativas estaban distorsionadas.
3. Tus expectativas son muy bajas
Piensas que tu relación, o a tu propia pareja son igualmente decepcionantes, pues al no esperar mucho dejas de prestar atención a las cosas que efectivamente aportan a la vida personal.
4. No tienes ninguna expectativa
No sientes insatisfacción o decepción porque no esperas nada. Ocasionas infelicidad e insatisfacción en tus parejas, pues al no haber expectativas llevas una relación “zombie” (que parece viva, pero que en realidad está muerta).
La pareja de una persona “cero expectativas” siente que nada de lo que hace importa, pues es incapaz de medir la calidad de su relación en las reacciones de su pareja, ya que no las tiene.
5. Te sientes sin el derecho a tener expectativas
Tienes necesidades y expectativas, pero no te sienten con el derecho de expresarlas; no confías en que tu pareja pueda validarlas o incluso que pueda despreciar tus necesidades.
Normalmente, son personas con baja autoestima que acaban por diluirse en la relación y ajustar sus necesidades a las de su pareja, convirtiéndose así en personas anuladas con las que nadie sano quiere estar.
¡Qué lío!
¿Entonces tener o no expectativas es igualmente malo? No es así; tenerlas es sano, siempre que estas se ajusten a una realidad en donde no veas al otro como:
Una fuente inherente de felicidad.
Alguien que va a sanar tus carencias emocionales y tus heridas de la infancia.
El reemplazo de una madre o padre sobreprotectores.
Alguien obligado a cuidarte y quererte contra viento y marea.
Alguien que está obligado a corresponder a todas las cosas que haces por él y al inmenso amor que le profesas.
Con una expectativa sana y balanceada entiendes que:
Tu pareja es una persona como tú y que también tiene sus propias expectativas y necesidades.
Que una relación no está exenta de problemas, pero que se necesita la voluntad y deseo de los dos para solucionarlas.
Que ambos son adultos independientes, autosuficientes y que lo que quieren es encontrar es la manera de estar bien con el otro, no a través del otro.
Los roles en la relación de pareja son dinámicos y que son capaces de cuidarse de manera recíproca cuando se hace necesario por el cariño que se tienen, no porque haya una obligación o derecho de dar o recibir esos cuidados.